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Cala olas

Daiana Ares y el arte del pop up

Un poco por capricho, otro poco por azar, Daiana Ares juega entre las olas de Hokusai. Sus calados sobre papel -una serie de esculturas llamada Vestigios- se inspiran en el agua y sus transformaciones.

¿Porqué citar La gran ola de Hokusai?

Estaba, en aquel momento (2012), buscando retratar el ele­mento “agua” en papel y con la técnica del pop up. Fue en­tonces, cuando mi maestro, Héctor Maranesi, me introdujo a La Gran Ola, del artista japonés Hokusai. Tras investigar más sobre su obra, llegué a Las treinta y seis vistas del monte Fuji, una serie de xilografías que datan de principios de siglo XIX. Luego, bastó con dejar influenciar mi trabajo con las formas retratadas en esos grabados.



¿Qué lugar ocupa hoy tu maestro en tu formación artística?

Cuando terminé el Profesorado en Artes Visuales, enseguida me vi envuelta en una necesidad: continuar mi formación artística en un ambiente fértil, donde pudiese dialogar con colegas, sí, pero también donde encontrar un guía.

Encontrar a Héctor, con más de veinte años de experiencia en la docencia, fue el inicio de un camino de transformación continua. Hoy sigo yendo una vez por mes o, dependiendo del laburo, una vez a la semana si es necesario.

Aprendo de él en muchos sentidos, como colega, como guía, como docente. Me sirve mucho para darme cuenta del lugar en qué lugar nos paramos como artistas a la hora de enseñar arte. Su mirada dialoga con lo que voy haciendo, al mismo tiempo que ve más allá, guiándome para que pueda desarro­llar la voluntad de creación, que aún no tomó forma.


Respecto de tu lenguaje visual... ¿cómo fue pasar del grabado al pop up?

Bueno, en un punto se tocan, al pensar en un fondo y figura, o una forma y contraforma; tallar y calar acaban pareciéndose. En verdad, el desafío fue pasar del colla­ge a la técnica del pop up. En algún momento, me sentí invadida por la sed de aprender sobre este tipo de cons­trucción en papel, y asistí a varios workshops, específicos de esta técnica. Allí aprendí las técnicas básicas, que me permitieron luego continuar de una forma autodidacta, fusionando la técnica con otras que ya dominaba. Des­cubrí en el pop up de los libros infantiles un mundo en el que podía volcar mis experimentaciones con el grabado, el dibujo, la escultura y el calado. Aunque, esta vez, con un diseño mecánico por detrás.



¿Cómo es tu método de trabajo?

Mi lugar de trabajo es mi departamento, una habitación, donde tengo todo lo que necesito: un tablero de dibujo amplio, justo frente a la ventana, un bisturí más la caja con hojas de repuesto (que compré en una farmacia, ideales para calar en relación a costo y calidad) y un trozo de vidrio, que hace de mesa de corte itinerante, porque descubrí que así patina mejor el bisturí.

Trabajo en capas y con papel de calco. Defino las di­mensiones de las formas con ayuda de la compu, calco, traspaso al papel y a calar. Una vez que tengo todas las piezas, las ubico sobre el papel de base, que se abre a 180º, con cinta provisoria.


A veces, no funciona y acabo por desechar calados, aunque la mayoría de las veces sí. Entonces, pego las ca­pas de los papeles, cuidándome de respetar el mecanis­mo, hasta que veo completa la escultura de papel.

Una de las características de mi obra es su condición frágil. Resultan esculturas muy delicadas en su materia­lidad, mas el deterioro que provoca el paso del tiempo en ellas no es algo que me preocupe.


Actualmente, ¿en qué estás trabajando?

Por un lado, estoy desarrollando la técnica del pop up para lograr recrear formas más orgánicas; me siento inspirada por el elemento agua y el modo en que esta se congela en forma de estalactita, en particular. Desa­rrollando estructuras que sean cada vez más resisten­tes a la interacción con el público.

Por otro lado, a veces, traigo hallazgos de cada uno de mis viajes. En este caso estoy trabajando con una espon­ja de mar que encontramos en las costas de Colombia y que me impactó por su estructura. Así que la traspasé para reproducirla sobre una cartulina color rojo perlado; el resultado será un calado que seguramente superpon­dré a un fondo.

Al ser una forma orgánica, me permito no dibujar tanto el trazo del calado, y sí ir descubriendo los detalles a mano alzada, a medida que avanza el filo del bisturí.


¿Por qué hacés lo que hacés?

Principalmente, porque lo considero un trabajo. No puedo estar un día sin dibujar, calar, componer; sino hago algo de eso, me siento en falta conmigo misma.

De este modo resolví la contradicción entre hacer lo que me brota naturalmente y la necesidad del susten­to diario. Acabé dividiéndolo, y ya no me preocupo de vivir de mi obra. Ese cambio me libera de imposicio­nes. No trabajo a pedido de nadie, ni bajo la voluntad de otro que me financie.

Así, doy clases en escuelas secundarias (aunque em­pecé con primaria hace años), y un taller de arte para niños, adolescentes y adultos, armado en mi antigua casa, mientras que la otra mitad del tiempo puedo de­dicarla a proyectos.

Hago lo que hago, no para vender –más bien mi obra se acumula en mi pequeño taller–, sino para dialogar con otros. Creo que cada obra permite que el espec­tador haga su propia lectura del trabajo, independien­temente de lo que uno quiso plasmar.

Daiana acaba de ser seleccionada por Re-volver Editorial, de España, para ser parte de la muestra itinerante “máximo Calibre“. Así que días después de mos­trarnos Vestigios, embaló cada uno, y los envió a recorrer aquel país ibérico.

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