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Bastián Grabados

  • Foto del escritor: Revista Soma
    Revista Soma
  • 31 jul 2015
  • 2 Min. de lectura

Estampar la memoria colectiva popular

“Partí para viajar”, con estas palabras comienza a explicar por qué hace lo que hace. Con su voz transcordillerana, refuerza la contradicción: ¿cómo viajar sin partir? Es que “partir”, para la voz chilena, significa “empezar”. Así recuerda que comenzó con la xilografía, con el principal objetivo de andar viajando.


La Tirana

En un morral de forma cilíndrica, colgado de un solo hombro, lleva con él a donde vaya una serie de grabados que superan los 50x70 cm. Impresión por demanda.

“Partió” en 2013, con los primeros grabados que lo acompañaron a las Fiestas Religiosas de la región del norte, como el Festival de la Tirana, en Iquique. Una fiesta cultural andina que conmemora el mito en el que el Diablo pelea con la Virgen de la Tirana. Desde ese entonces, podríamos decir que viaja para estampar; para investigar sobre visualidades propias de la cultura popular.


Con la mirada tranquila de quien se sabe lleno de sueños y certezas, hoy, el viaje se le impone, pues anda armado de imágenes que deben compartirse. Trabajos cargados de significaciones, donde retrata la memoria colectiva del pueblo. Y el encuentro con el que se acerca interesado por adueñarse de una de sus láminas, tiene la potencia de convertirse en una charla interminable…

Es que sus estampas son como un libro de donde se puede rescatar la historia de los pueblos que va recorriendo, y así empezar a relatar: “esta es la máscara que representa a la Tirana; este otro representa la vestimenta completa”, o “esta es una típica escena en la feria de la esquina de mi casa; y esta otra es la representación de lo que desata un volantín (barrilete) cortao”.








El famoso Chinchinero no escapa de sus gubias, aunque viajando Bastián entendió que tan famoso no era, y decidió hacer un grabado con la danza del Chinchín completa: “desplegué sobre una forma de ocho, cuadro por cuadro, el movimiento del Chinchinero para transmitir de alguna forma su arte”.



Comprometido con el viaje y el rescate, Bastián reconoce que sus planes van cambiando el rumbo. “Más de una vez estoy frente a mi mesa de trabajo y pienso que no tiene valor lo que hago, ¿de qué sirve hacer arte de este modo, si para la gente del pueblo una lámina colgada no tiene función social?”

Con las contradicciones a flor de piel y todo, el grabador no cesa de crear. Se formó en serigrafía y planea extender su obra a remeras, con el objetivo de que sean más económicas, fáciles de transportar y que tengan una función: vestirnos.

No importa de qué forma -si en murales, en láminas, en remeras, en palabras que los cuentan-. los grabados de Bastián crecen y se reproducen sin límite. Hay mucho que rescatar, que compartir, que investigar, y cada viaje es un nuevo punto de partida.


 
 
 

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