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Dominámela

El sexo es cuestión de poder


¿El poder calienta? Sí, claro que calienta. El tema es hasta qué punto el poder se convierte en sometimiento.


Hace menos de un mes se estrenó mundialmente la versión cinematográfica de Cincuenta Sombras de Grey, la novela erótica de la británica E.L James. Fue furor, y la repercusión incluyó que una mujer fuera arrestada por masturbarse en el cine y que otra muriera cuando su novio quiso hacerse el señor Grey y le salió mal...

La historia es la de un magnate joven y canchero que enamora a una joven virginal e inocente. Hasta ahí va todo bien, ahora la posta de la historia es el romance pintado de una relación enfermiza: donde se supone que hay un amo y una sirvienta, comienza un juego de relaciones sexuales sadomasoquistas.

Todos tenemos fantasías y el sexo no debería ser tabú para el siglo en el que vivimos, pero hay una delgada línea entre el deseo y el abuso emocional.

Desde el psicoanálisis, la palabra sadomasoquismo se refiere a la conexión entre el conflicto interno de dominio y sumisión y la necesidad de la persona de auto castigo. Ahí es donde, quienes ejercen este rito sexual, encuentran placer. Sin embargo, pareciera que durante todo el film, nos tenemos que bancar a una protagonista que ruega conseguir la admiración de un tipo arrogante, quien a su vez justifica sus actitudes controladoras con un pasado oscuro.

¿Les sonaría exagerado decir que esto atenta contra el género femenino y la lucha por la igualdad? Probablemente sí, el tema es que no puede pasar desapercibido. Como el piropo, supuestamente “inocente”, pasa desapercibido en la vía pública, los celos de tu pareja por lo que te pones, las publicidades de productos de limpieza con la eterna ama de casa complaciente, y otros ejemplos más que dejo a elección del lector. Cuando estas cosas no se analizan desde lo profundo o al menos no se hacen visibles, se naturalizan.

Entonces, todo bien con los cuentitos de Hollywood, las pelis pochocleras y los chongos que calientan. Pero por favor no olvidemos quienes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. No confundamos el marketing de lo erótico con relaciones que se basan en la humillación y los celos, porque cuando el respeto se convierte en sumisión, es cobardía.




Monstrua es todo aquello deforme, insurgente, raro, extravagante. Es ese ente que pasa por al lado nuestro y nadie ve o quiere ver. Monstrua es un crisol de razas, sexos, barrios, géneros. Podría ser un estado, una especie, una comunidad. Hoy toma forma de texto y está dedicado a toda aquel que alguna vez desafió el orden regular de la naturaleza.

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