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A través del espejo

Grupo Presente, de la idea al muro

Toparse con uno de sus murales es atravesar el espejo hacia el País de la Reflexión... y el espacio se hace tiempo en La Ciudad.


Imagino la experiencia de enfrentarse a un muro intervenido por los hermanos Pedro y Santiago Panichelli semejante a la de atravesar el espejo de Lewis Carroll. Como Alicias multiplicadas, los transeúntes nos transportamos. Cuando volvemos, ya no somos los mismos. Los integrantes de Grupo Presente (GP) gustan presentarse mediante las palabras sabias de Facundo Cabral: “Cuida el Presente, porque en él vivirás el resto de tu vida”. Esa premisa se filtra en cada pincelada, y con ellas Facundo revive en las calles. Arte urbano que invita a la reflexión, serían las primeras palabras que se me vienen a la cabeza para definirlo. Y, aunque las definiciones tienden a la reducción, no es poco.

Pero hagamos un repaso; el equilibrio al que llegaron en su obra es fruto de un largo proceso de trabajo que fue sumando colores, formas y sueños sobre paredones de la vía pública. Por eso, hoy, al ver uno de los murales de GP, adivinamos elementos y texturas que provienen del Triángulo Dorado –anterior proyecto de Pedro y Santiago junto a su compañero Francisco Ferreyra–. Sin ir muy lejos, para los que somos vecinos del barrio de Florida, donde ahora persiste Unión (2011), en la esquina de Las Heras y Maipú, Navegando al infinito (2008) fue un primer punto de fuga. Yendo hacia las vías del bajo, El hombre árbol (2009) permanece de pie, aún. Antes de que nos diéramos cuenta, sus murales fueron expandiéndose, brotando donde menos lo esperábamos, como nacidos de un rizoma subterráneo.

Pregunto a mis compañeros somáticos por qué no contactar a las personas detrás de las iniciales GP. La duda se asoma: el encuentro podría diluir el carácter anónimo propio del street art. Nos aventuramos de todas formas para darnos cuenta, luego, de que se trata de todo lo contrario. En conversación con Santiago y Pedro entendemos que el anonimato jamás los representó. De hecho, contrariaron desde el principio esa ética del artista callejero, firmando cada mural que hacían y dejando sus datos de contacto sobre los mismos. Si bastó con escucharlos decir que lo que más disfrutan es el intercambio con la gente que pasa cuando trabajan en la calle…

"Con el tiempo, nos animamos y empezamos a pedir permiso a los dueños de las casas, generalmente descuidadas y les preguntábamos si estaban interesados en que les hagamos un mural."

Pregunta obligada: cómo llegaron a elegir este camino. Bien, desde que terminaron el secundario con orientación en artes visuales, dedicaron su tiempo a dos proyectos paralelos: la intervención urbana y la docencia. Así, mientras ambos cursaban el Profesorado de Artes Visuales “Antonio Berni”, el dato de un muro vacío se convertía en tentación. Primero, de la mano de las técnicas características del grafiti, se identificaron con la actitud “vandálica” y tomaron cada espacio disponible: muros a las vías, baldíos, espacios marginales. Sin planificarlo, luego, fueron sumando ideas y traduciendo las técnicas pictóricas al muralismo. Entonces, surgió la posibilidad de pedir permiso a vecinos que, quizá, quisiesen cambiar su fachada. Con la incorporación de materiales y conocimientos, avanzaron con pasos firmes; siempre con el apoyo de su familia, en contacto con otros muralistas contemporáneos y bajo la guía de los grandes maestros –esos que aguardan en los libros de las estanterías y que continúan inspirando–. Podemos entrever que aunque la palabra “presente” apareció recién en 2013 para enunciarlos, siempre estuvo determinando sus acciones.

“Faltábamos a las clases del profesorados de pintura para ir a trabajar en la calle.”

Pregunta no obligada: por qué llamarse Grupo Presente. Nos ahorramos la pregunta por el nombre, porque este se sobreentiende. En su taller conviven la docencia con la propia obra, en simultáneo. En tiempo presente, se siente, se concibe y se hace.

Pregunta irresistible: qué mensaje prevalece a través de sus murales. Pues bien, siempre se trata de embellecer el espacio, invitando a la reflexión al mismo tiempo. Se inclinan por ser sutiles en los mensajes que imprimen, porque tienen en claro que nunca se sabe cuándo un elemento puede ser símbolo de dolor para el otro. Y, si bien algunos encuentran el azul que predomina en sus murales un tanto oscuro, ellos lo invocan, sabiendo que es un color que invita a detenerse y profundizar.

Vuelvo a atravesar el espejo en su compañía, y creo que a mis compañeros les pasa lo mismo. Porque ambos hermanos irradian una energía particular, esa que traspasan a sus murales. Una energía que nos convoca al instante presente. Sin dudas, ser hermanos promueve que el trabajo en equipo fluya, aunque no lo facilita necesariamente.


Cuarta y última pregunta: cómo es trabajar en grupo. A lo que contestan que primero está la idea, luego el hacer. Sostienen que aprendieron a trabajar en grupo a la fuerza y espontáneamente, y que en definitiva “el compartir te hace”. Aprendieron que se debe formular a cada paso la pregunta “¿a dónde vamos?”. Si el objetivo (idea) vale la pena, los intereses individuales pueden ceder. Y, justamente, hoy ese “objetivo” es estar en la calle; pintar más, formatos más grandes, cuidar la libertad, crecer.

“Para nosotros el trabajar en grupo se trata de una relación en función de un mismo objetivo".

Para conocer más de Presente:

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