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Una vuelta de tuerca

Tava, proyectos participativos de arquitectura

Son una cooperativa de trabajo que se constituyó en 2010 al detectar una necesidad: la de conformar un equipo de técnicos capaz de trabajar de manera autogestionada junto a organizaciones sociales y políticas. Nos cuentan qué significa para ellos ser una cooperativa, y conceptos como autogestión, hábitat y tejido social.

Conocemos la oficina de Tava, equipo de arquitectura, en Parque Patricios, y es una suerte, porque estamos a una semana de su mudanza. Tras cinco años de crecimiento en este espacio, hoy se trasladan a Barracas. Claro, son más de once compañeros que comparten jornada de trabajo de lunes a viernes, y es el momento justo para seguir pensando en grande: duplican el equipamiento y la superficie de trabajo. Triple festejo: el alquiler lo van a compartir con otras dos cooperativas audiovisuales.



Se definen como un equipo técnico de arquitectura y hábitat orientado a trabajar con organizaciones sociales. Su inspiración primera la reconocen en el Centro Cooperativista Uruguayo, modelo de cooperativa que citan como ejemplar, con cincuenta años de experiencia en ese país –“desarrolló la Ley Nacional de Vivienda (1965), que contribuye con un fondo legal de los más interesantes de la región”–.

La propuesta se originó hace más de cuatro años entre tres compañeros de la Facultad de Diseño, Arquitectura y Urbanismo (FADU) de la Universidad de Buenos Aires. Desde ese momento, y con la experiencia previa que traían de haber militado en espacios dentro y fuera de la Universidad, vieron el proyecto como una necesidad.


Juan: Las organizaciones con las que habíamos hecho nuestras primeras experiencias como arquitectos enunciaban una necesidad por expresarse y participar de cada etapa del proyecto. Nuestro abordaje se despegó de lo que veníamos haciendo, que era participar como equipo técnico dentro de las organizaciones, para pasar a ser un equipo que se reconoce a sí mismo como una organización, que se hace cargo del rol militante que deben tener cualquier grupo de trabajadores autogestionados, y que puede construir desde ese lugar aportando a otras organizaciones: por un lado, nos propusimos hacer partícipe al que va a habitar el espacio proyectado –en contraposición con lo que propone la academia–, por otro, constituirnos como un equipo que ofrece una mirada externa a la organización. Éramos tres al principio, pero ya estaba clara la forma de trabajo que íbamos a adoptar: cooperativa de trabajo autogestionada.


Pablo: En un principio la idea era estar orientados a trabajar con organizaciones sociales, disputando también el mercado privado. En seguida nos encontramos con una segunda disputa, la de enfrentar el prejuicio de que las cooperativas de trabajo no son eficientes. Tejer una red de contactos para los primeros trabajos significó una apuesta y, por supuesto, el apoyo de muchos que confiaron ciegamente.




SOMA: ¿Cómo se establece el vínculo entre los integrantes?

Juan: Habíamos compartido espacios de militancia, no sabíamos exactamente cómo trabajaba el otro, pero sí compartíamos ciertos principios, que luego fuimos materializando como Principios Técnico-Políticos de la Cooperativa. Esta comprensión colectiva nos unió y hoy nos sostiene. Justamente, el equipo se fortalece por la forma de trabajo que defendemos. Un pilar fundamental de TAVA es la aplicación del proyecto participativo como herramienta de trabajo, entendiendo que la persona que habitará el espacio necesita participar de su construcción, porque en la base de todo tiene que estar su deseo, su necesidad, su vivencia, y ese es el principal recurso a la hora de dirigir un proyecto: no el ego del arquitecto, sino el deseo del habitante.


SOMA: ¿Existen otros equipos de trabajo que transiten un camino parecido al de Tava?

Juan: Existen algunos compañeros, no muchos, que han elegido caminos similares al de TAVA. Pero esta no deja de ser en el país una experiencia novedosa y reciente. Podemos citar ejemplos como los compañeros de Madre Tierra, que tienen mucha más trayectoria que nosotros, y realizan un trabajo realmente admirable. Sabemos que en los últimos dos años nos consolidamos como un referente, porque se acerca gente desconocida, y a nivel financiero, empezamos la mayoría a vivir de esto.


SOMA: Si tuvieran que trazar un recorrido de trabajos realizados por la cooperativa desde sus inicios ¿cuáles hitos destacarían?

Juan: Los primeros trabajos fueron capacitaciones a albañiles a través del programa Argentina Trabaja en Florencio Varela; así como pequeñas obras viales, como la construcción de refugios en las paradas de colectivos. Otras obras viales siguieron, para mejorar el estado de varias veredas del partido con premoldeados de hormigón. En el segundo año recién pudimos trabajar con organizaciones directamente, y emergió nuestro 2º Principio Técnico-Político: “por las dudas, ‘sí’”, es decir, evitar el prejuicio y acercarnos a conocer un mayor número de organizaciones. Posteriormente llegará el juicio, pero en principio no decir “no”. Con la puesta en práctica de este criterio nos llegó la posibilidad de trabajar en un proyecto municipal de 34 viviendas, del cual participamos dirigiendo el arranque.

Pablo: En el partido de Morón, también a través del proyecto de Argentina Trabaja, conseguimos ingresar dos de nuestros currículums y trabajar con las cooperativas del programa. Luego, con Cooperativa del Sur colaboramos ayudando a armar la cooperativa de trabajo propiamente dicha, dedicada a la albañilería y la carpintería, específicamente en obras chicas con alta calidad de detalles y terminaciones. Sin duda, el territorio de intervención con organizaciones está marcado por los márgenes de la ciudad, y sobre el conurbano bonaerense. Sin embargo, en el último tiempo surgieron algunos trabajos en CABA, como por ejemplo un proyecto participativo con la Cooperativa Evencoop (del rubro gastronómico), con quienes desarrollamos el proyecto de un Bar cultural en Puerto Madero, dentro del Museo de la Cárcova.

Juan: Más que nada trabajamos con espacios de vivienda. Aunque nuestra labor es multidimensional, ya que entendemos al hábitat como una cuestión integral, en la cual se mezclan la salud, el trabajo, la educación, la cultura, etcétera. En ese sentido entendemos a la arquitectura como un aporte más a esa red compleja que conforma el hábitat.




SOMA: ¿Qué significa ser una cooperativa?

Juan: Entendemos una cooperativa como una empresa que está en manos de sus trabajadores. Al hacernos cargo de esa responsabilidad política, la técnica no va por un carril separado: la eficacia de nuestro servicio y a la concreción de los trabajos como uno de nuestros principios técnico-políticos. Ser cooperativa implica también el compromiso con personas u organizaciones; buscamos siempre fortalecer a las organizaciones con las que trabajamos. A partir de recursos, muchas veces marginales, perseguimos el ahorro y el rendimiento, al tiempo que buscamos profundizar en la excelencia. En cuanto a lo que las organizaciones perciben y reciben desde nuestra propuesta es el acompañamiento desde el momento inicial, así como en las gestiones para conseguir el financiamiento, y durante todo el proceso el camino del ahorro.

Pablo: Nosotros, además, perseguimos reconocernos como parte de la economía formal. Esto significa que nuestro trabajo debe ser sustentable, que la empresa cooperativa debe funcionar a la perfección, igual o mejor que otra empresa; recién este año obtuvimos la matrícula de cooperativa, y reconocemos como un error que no detectamos a tiempo haber demorado con esos trámites.


SOMA: ¿Cómo definen el concepto de autogestión?

Juan: Hablamos de autogestión real, es decir, no determinada por subsidios o programas coyunturales, sino la autogestión que proviene de tejer una red de trabajo que nos permita comer de lo que hacemos. En este sentido, este último periodo nos acercamos a FACTA, que es la Federación de Cooperativas de Trabajo, con la que nos sentimos cerca, y alimenta nuestra idea de producción eficiente y sustentable. El vínculo se relaciona con una necesidad propia, la de disputar la (lo que se denomina) “economía social”, es decir la economía real, popular.




SOMA: ¿Qué otros conceptos de la arquitectura academicista problematizan?

Pablo: Sentimos la arquitectura como un aporte más a lo realmente global y superador que es el hábitat. Por “hábitat” comprendemos el espacio, el trabajo, la trama social. Se trata de una mirada integral del entorno, y vital para el desarrollo de cualquier anteproyecto de obra. Quizá observar el hábitat y comprender el tejido social es la mejor forma de entender las relaciones de trabajo que los configuran. En última instancia, son resultantes de la economía y las relaciones de intercambio. El aporte de la arquitectura a ese tejido social es importante, pero también entendemos que es parcial.


SOMA: ¿Cómo abordan el crecimiento de la cooperativa?

Juan: Lo más importante al incorporarse al equipo es sumergirse en los principios que regulan nuestro trabajo. Es nuestra forma de militancia, y quizá eso crea resistencia en algunos que acaban por alejarse; pero lo que lo comprenden captan el propósito de estructurar la forma de trabajo. Si somos muchos, tiene que haber espacios de comunicación fluida y de división de roles eficiente. Por eso, desarrollamos varias estrategias de organización social al interior de la cooperativa: Áreas de Trabajo, Reuniones por Áreas Simultáneas y Obligatorias (RASO), Plenarios y Asambleas. Todos estos espacios tienen objetivos particulares pero comparten la misión de comunicar y ser posibilitadores de los proyectos.

Pablo: Las Áreas de trabajo que distinguimos son 6 en total y cada uno de los compañeros participa de dos. Así quedan conformadas por al menos tres integrantes. Generación de Trabajo (generar insumos de difusión), Administración, Mantenimiento, Gestión (tramites y viabilidad de proyectos, como gestionar la matrícula), Redes (ordenar contactos, prestar atención a nuevos y cuidarlos), Formación (aportar a la formación continua de los integrantes del equipo).

Juan: Las RASO cumplen la función de un encuentro semanal para discutir de forma transversal las decisiones e intercambiar posiciones de las áreas de trabajo. Las asambleas son cada quince días, y llegan al temario temas superadores a las áreas de trabajo, únicamente. El Plenario, tiene una frecuencia de seis meses, y es una apuesta al intercambio, a través de ejes que se proponen previo al plenario y se preparan para esa ocasión.




SOMA: La ciudad, ¿cómo la viven en lo personal?

Pablo: yo nací en capital, estudié y laburé en capital, de alguna forma soy un bicho de esta ciudad y siento fuertemente que no está pensada para el intercambio. Recordemos las 300.000 viviendas ociosas de CABA, y la segregación que produce la estructura de las ciudades. En lo humano y cotidiano, afecta en nuestra capacidad de circular. Hoy es imposible trabajar en una misma jornada en Morón y en Florencio Varela.

Juan: No puedo separar mi mirada personal de la profesional, pero sí puedo interrogarme sobre la sustentabilidad humana en las ciudades, ver cómo la escala descomunal nos afecta en lo vital. ¿Hasta qué punto podemos “mejorar” el hábitat en una ciudad de esta escala sin problematizar la ciudad en sí misma?






Para contactar el Equipode Arquitectura "Tava":

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